jueves, 7 de enero de 2010

Un conocido profesor francés de judo, decía que “el maestro es la persona que está siempre en el espejo, y que un día descubrimos que nos empuja a través de él”...
para convertirnos nosotros mismos en Maestros, tener nuestros propios alumnos y así devolver al mundo, lo que alguien nos dio alguna vez.
Que quienes practican karate, judo, aikido o algún arte marcial, ha recibido constantemente a veces educación, pero muy frecuentemente, consejo, aliento, compañía, orientación, preparación, enseñanza, y en definitiva muchas veces amistad.
Lo cierto es que nuestros maestros nos han mostrado algo común en nuestra preparación, y eso se le llama “do”, no necesariamente camino como su simple traducción.
Si tuviéramos que encontrar una forma exacta para esta palabra japonesa, sería poco muy poco “vía, camino o forma de hacer las cosas... “. Como también es muy poco decir que el karate, el judo, el taekwondo son deportes: son mucho más que eso.
Lo que sí se parece mucho a la intención de la palabra do, es una terminación que en castellano es llamada “ismo”, como se usa por ejemplo para las religiones (cristianismo, judaismo, islamismo, budismo, etc...) que reflejan una determinada manera de ser y de vivir, una filosofía práctica, no palabras. Así que siguiendo con el ejemplo citado, el de la religión, tendríamos que interpretar la importancia relativa de algunas cosas que son más o menos importantes de las artes marciales.
Entonces podemos empezar enumerando los entrenamientos, la práctica, los torneos, las graduaciones, las exhibiciones, etc.

Podemos plantear que es más importante, que es más determinando en nuestra vida,
que nos va a hacer mejores.

Entonces podemos preguntarnos: ¿Qué es la Navidad para el Cristianismo? Y la respuesta apropiada es que la Navidad es una celebración, de la religión cristiana, que se hace todos los 25 de diciembre..., pero la celebración no es la religión, una religión no es la cena, los brindis y pirotecnia...
Una religión es algo que se “hace” todos los días. Un arte marcial también, es decir que un torneo es una “celebración” del karate pero no es todo el karate, no es lo único, no es lo esencia).
Torneos hay cada tanto, pero karateca se es todos lo días, porque con karate o sin él exis- ten en nosotros los mismos principios, la misma manera de ser: vivimos lo que el Karate-do ha iniciado hace mucho y que busca afianzar a través de su posicionamiento en el programa olímpico.
Un Budoka, de cualquier Arte, es alguien que estudia prácticamente formas ancestrales de combate; artes que se han racionalizado y humanizado para no ser dañinas y para contribuir a la formación de la persona, con conductas éticas y morales, antes que con habilidades místicas y ocultas.
Así que cada vez que veo un karateca, no pienso que sus pies y manos son “armas mortales”... pienso que es una persona que trabaja muy duro, disciplinadamente y con ahínco para ser cada vez mejor persona.
El sensei, que parece más formado por la cantidad de técnicas que domina, es en realidad más sensei por su esfuerzo por ser un docente, ser alguien, que como dice el idioma japonés “nació antes” y que por eso nos muestra algo del camino, el que sabe, el que conoce y que recorrió.

Por eso es muy importante, entrenar todas las técnicas, los ataques, los bloqueos, y los ka-
ta... pero también practicar la lealtad, el reconocimiento, la honradez con nuestro sensei.
Es muy importante darse cuanta que el sensei está ahí para nosotros y por nosotros, y a medida que nuestra vida transcurre, la de él también, guiando y trabajando sobre nosotros.

El contrato social del sensei, de cada maestro, es formar individuos capaces de superarlo, pero dentro de las artes marciales, dentro de la honestidad y el reconocimiento mutuo. Al fin y al cabo, más que un privilegio, llegar a un cinturón negro es ante todo una responsabilidad del “inicio del camino”... ese camino que será más cómo no recorrer..., pero más meritorio, más humano y más esforzado caminarlo.
Somos artistas marciales, en la medida en la que si nos reconocemos como tales toda la vida, con nuestros actos, no con nuestras palabras; en la medida que sea más importante una práctica que una nota en los diarios, en la medida en la que hagamos del dojo nuestra vida, no un elemento de marketing promocional.
Pensemos que un combate, es la confrontación que ocurre de manera leal apegada a ciertos princpios sin trampas, fraudes o traiciones, sino pierde su condición a la de riña, a una gresca. El Karate, el Budo y el Deporte, hacen mejores a las personas que están dispuestos y tienen la determinación para serlo.